Cielo Velandia: El desarrollo de Venezuela es promisorio por el trabajo y compromiso de sus mujeres

Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, traemos la voz de Velandia, una mujer que no desconoce la crisis ni deja de contar las cifras negativas. Su posición es seguir la línea de las  mujeres pioneras de 1936, esas que decididamente lucharon por los derechos civiles de las venezolanas de una manera vanguardista, pero con el foco en el desarrollo sostenible.

Para este 8 de marzo de 2023, Día Internacional de la Mujer, ONU Mujeres y Naciones Unidas han impulsado el lema «Por un mundo digital inclusivo: Innovación y tecnología para la igualdad de género».

Ese lema va estrechamente ligado con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 5: Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas; una meta baluarte de muchos movimientos de la sociedad civil en Venezuela, entre ellos la Asociación Venezolana de Mujeres (AVM), presidida por Cielo Velandia y que este 11 de febrero cumplió 87 años de labores ininterrumpidas.

Venezuela vive una emergencia humanitaria compleja (EHC); sin embargo, Velandia (para celebrar el Día Internacional de la Mujer, este 8 de marzo) prefiere pensar que, en el país, hay un panorama promisorio.

Sabemos que estamos en medio de una crisis, que hizo que más de 7 u 8 millones de venezolanos migraran en condiciones vulnerables. Pero, eso nos hace repensar también qué podemos hacer como organización, incluso hasta para apoyar a las que están afuera”.

Contó que, por ejemplo, con el apoyo de una tesista de la Universidad Monte Ávila, se está desarrollando proyecto de emprendimiento para la mujer, que contempla diferentes servicios, asesorías, consultorías, actividades on line, que pueden hacerse dentro y fuera del país.

“Son muchas las cosas que desde la AVM estamos haciendo.  Nuestra misión de mantener nuestra sede y de mejorarla, como han hecho todas las presidentas sigue en pie; pero también tenemos la visión de adaptarnos a los cambios tecnológicos y a los avances, como mujeres resilientes y solidarias que somos”.

No es que Velandia desconozca la crisis ni deje de contar las cifras negativas. Su posición es seguir la línea de las mujeres pioneras de 1936, esas que decididamente lucharon por los derechos civiles de las venezolanas de una manera vanguardista, con el foco en el desarrollo sostenible.

—La Asociación Venezolana de Mujeres es un referente en la historia del país, ¿cómo se ha mantenido en el tiempo?

—En diciembre de 1935, un grupo de mujeres, en vez de estar preparando la cena navideña, estaban reunidas en la casa de Ada Pérez, pensando en cómo iba a crearse la AVM. Ellas le mandaron un mensaje, un pliego de peticiones, al presidente Eleazar López Contreras, exigiendo el vaso de leche escolar, las casas de cuidado, el derecho al voto para las mujeres y para el 11 de febrero de 1936 se estaba creando la AVN.

Estas pioneras firmaron ese documento con el permiso de los esposos, de los padres, de los hermanos mayores, porque en esa época no teníamos derechos civiles. Fue una acción muy valiente y atrevida para la época, que formó parte del movimiento sufragista en América Latina.

Y no fue todo casualidad. Esas mujeres, periodistas, poetas…, tuvieron una visión cultural importante de lo que debía ser el desarrollo de la mujer venezolana y su expansión de la democracia venezolana. Eso es relevante y fijó las bases de este movimiento, al igual que la agrupación cultural femenina. Esos fueron los albores del inicio del movimiento feminista en Venezuela.

Fueron muchas luchas de años, por lo menos esta casa (donde funciona la AVM) se construyó entre los 50 y 60 en un terreno donado. Con la sede propia, la asociación empezó a dar cobijo a muchas mujeres solteras y embarazadas que botaban de sus casas, en esa época se daba todo el cuidado prenatal, hasta que daban a luz.

Crecimiento orgánico

 La AVM, ubicada en Las Acacias (Caracas) es una casa amplia con mucha historia. En la entrada se exhibe un cuadro con Simón Bolívar y María Teresa del Toro como protagonistas.

Tiene un salón de usos múltiples, al que se llega cruzando un pasillo, donde están las fotos colgadas de las mujeres que han pasado por la presidencia de la asociación y un cuadro que enmarca parte de las peticiones hechas a López en 1936.

En días hábiles, por los pasillos y rincones se acumula el bullicio de docenas de niños que acuden al preescolar Elisa Ramírez de Zuloaga, que funciona dentro de la AVM.

“Luego de la pandemia teníamos 74 niños, ahora hay una matrícula de 229 niños. Incluimos clases de inglés, sensibilización robótica, materias importantes para el desarrollo de los pequeños y para la construcción de ciudadanía”.

La idea, completa, es tener también un programa de nutrición para los niños de 1 a 5 años que están en tanto en el medio turno como en la jornada completa.

En la actualidad hay una plantilla de 20 maestras para maternal y preescolar. Ellas están capacitadas para abordar y canalizar conductas de agresiones, para detectar cuadros de autismo, por ejemplo.

Ellos son los ciudadanos/as del futuro en Venezuela, ese proyecto como tal lo hacemos con grandes satisfacciones, con una visión de lo que debe ser como hombres, como mujeres (de manera inclusiva), que brillen que sean competitivos, que sean críticos, y toda esa formación no puede estar apartada de lo que es la tecnología”.

También ofrecen salud y bienestar, centro que va a cumplir un año este 10 de marzo. Por ahora hay un pediatra, un médico general y la apuesta es tener atención ginecológica.

—Los hogares de cuidado diario, la protección de la maternidad, la participación política fueron los pilares de la AVM, ¿ahora a qué apuntan?

 —El año pasado inauguramos el Centro de Capacitación Gastronómica, en alianza con el chef Páez, es una oferta de capacitación integral en cocina criolla, internacional, en asados y brasas.

El tema cultural es otro activo. Tenemos una alianza con el Gran Cine y Aliadas en Cadena. Difundimos de forma lúdica películas en alta calidad con perspectiva de género.

De igual manera, la asociación ha generado exhortos públicos: en febrero del año pasado como constructoras de paz por la guerra en Ucrania; en octubre por la defensa de la niñez…

Se ha hecho esfuerzo por actualizar la página web y, actualmente, tenemos más de 2500 seguidores, un crecimiento orgánico, pero es como un trabajo de hormiguitas. Mucha gente se entera de lo que hace la organización y de cómo pueden participar. Algunas venezolanas en el exterior nos están llamando, de diferentes países, para saber cómo pueden colaborar y ese es el sentido: tejer redes. Es algo que nos motiva e invita a seguir adelante

En el centro educativo estamos abordando con expertos el espectro autista.

Tenemos líneas de trabajo para el  empoderamiento e independencia económica, pues en la medida en que las  mujeres logren eso se reducen las brechas de la violencia y la pobreza metas 12 y 10 de los ODS. En esa línea tenemos los programas que hemos llamado Mujeres en Acción, guiados a la forma de oficios básicos, a la parte de la tecnología y de transformación digital.

—¿Cuál es el alcance que han tenido?

—En el centro de bienestar se han atendido más de 230 consultas, desde su inicio. Ahora tenemos la perspectiva de ampliar los servicios de ginecología y odontología.

En Las Minas de Baruta, municipio Baruta, hicimos una intervención, de la mano de la Embajada de Argentina, y pusimos a 60 mujeres dispositivos intrauterinos, dimos charlas de salud sexual y reproductiva.

Queremos incrementar paulatinamente el alcance de nuestros servicios de la mano de alianzas de los sectores públicos y privados. Consideramos que no podemos hacerlo solas, hay que buscar alianzas.

La AVM es como un paraguas que ha servido para el empuje de otras organizaciones femeninas. El año pasado tuvimos la participación de más de 60 mujeres de diferentes partidos y organizaciones sociales, preocupadas por estos temas de paridad de género en procesos electorales.

Pensamos que, para construir procesos de diálogos y liderazgos, es necesario que las mujeres alcen su voz, y esa es parte de nuestra misión, más allá de los temas de bienestar.

Se activó, de nuevo, el Club de la alegría, para las personas adultas, pues también creemos que debemos cuidarnos entre nosotras.

—La mujer venezolana, ¿cómo la describes?

—El aporte que hacen es impresionante. Dejan nuestro hombre en alto, una Yulimar Roja, por ejemplo, pero hay un montón de valiosas en las ciencias y la tecnología, en las artes.

Veo a la mujer venezolana como una que toma decisiones, es la jefa de hogar, es una líder, muchas han tenido el dolor de ver partir a sus hijos. Por eso es tan importante que tenga ese soporte de igualdad en sus parejas, pues nosotras somos interdependientes y solo con apoyo es que podemos emprender, avanzar y ser más visibles.

Ahora pienso que todas debemos hacer un balance en lo personal y lo laboral, ocuparnos del autocuidado.

El respeto y la exigencia de los derechos, en este aspecto, es sumamente importante. Tenemos problemas estructurales. La idea es que tengamos buenos salarios que permitan una calidad de vida óptima; sin embargo, esa lucha no es gratis, la mujer debe formarse y no rendirse, aprender un segundo idioma, articularse con otras, conocer experiencias en el interior del país (tejido social), reconocer los casos valiosos, incluso las mujeres bellas e inteligentes que salen de los concursos, los cuales deben ser una marca país. Las mujeres debemos saber que hay muchas cosas que podemos hacer juntas. Una lección que nos dejó Shakira es que las mujeres facturas.

—¿Cómo lo hacen?

—Con autogestión. Nos han financiado proyectos, algunas empresas privadas nos han dado aportes para capacitaciones. No obstante, tenemos el propósito de que el Centro de Gastronomía sea sostenible, al igual que el centro de salud (las consultas son solidarias cuestas 10 $) y las capacitaciones que son bastante económicas.

—De aprobarse la ley anti sociedad, ¿cómo impactaría?

—El tema es que no sabemos cómo va a venir eso, la asociación como tal nunca ha recibido fondos internacionales, pero eso no quiere decir que no nos veamos afectadas. Son nuestros 87 años que, probablemente, sin ese registro desaparezcan. Eliminar una historia, una trayectoria, eso es inaudito, y ciertamente en todas las ONG tiene que haber el entendimiento de que eso es construcción de ciudadanía, que es el esfuerzo de mucha gente de buenas voluntades. El problema no son las ONG, es algo estructural, es un salario que no da calidad de vida, es una política de Estado…

Se debe entender que las ONG son soporte a la construcción y al tejido social del país.

La mujer venezolana es 100 % actitud. Debemos prepararnos, tener siempre por norte la protección de la niñez y de nosotras como mujeres, entender que tenemos derecho a vivir en un país que nos brinde oportunidades. Nosotras mismas debemos dar las pautas, ser corresponsables de nuestro presente y futuro. Considero que el desarrollo de Venezuela es promisorio por el trabajo y compromiso de sus mujeres». 

Texto: Mabel Sarmiento Garmendia

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