Desigualdad, Sociedad Civil y ONG en América Latina

Por: Irving Larios
América Latina sufre de una enorme desigualdad. Esto no es un “invento de la Sociedad Civil y los ONG”, tal y como algunos argumentan, sino que es fundamentado en aseveraciones de los mismísimos organismos financieros internacionales como el Banco Mundial y el BID entre otros, según estos la desigualdad es un aspecto predominante de las sociedades latinoamericanas. Destaca en ello lo que se refiere a “las diferencias de ingreso, el acceso a los servicios, el poder y la influencia y, en muchos países, el trato que se recibe de la policía y del sistema judicial”.
Según datos del Banco Mundial, de acuerdo con sus encuestas domiciliarias, el 10% más rico de los individuos recibe entre el 40% y el 47% del ingreso total en la mayor parte de las sociedades latinoamericanas, mientras que el 20% más pobre sólo recibe entre el 2% y el 4%, además aseveran que “por lo general, las desigualdades en educación, salud, el suministro de agua, saneamiento, electricidad y la telefonía también son importantes y están correlacionadas con las diferencias en los ingresos”.
La inequidad se ha venido incrementando a lo largo de los primeros quince años de este siglo, luego de la apertura comercial de la región y de la firma de acuerdos con otros países y regiones, un efecto directo de ello es el un aumento de la desigualdad en los salarios de cada trabajador, los organismos financieros al respecto señalan “que parece haberse facilitado con una apertura del comercio y la inversión extranjera directa”
Una amplia mayoría de los latinoamericanos, según diversos estudios y encuestas, consideran injustos los actuales niveles de desigualdad en los ingresos y un aspecto particularmente inaceptable -dicen- es la relación con la desigualdad de oportunidades. La desigualdad económica es más grave aún entre hombres y mujeres, estas últimas se encuentran en situación de desventaja en temas sensibles como salario, empleo de calidad, acceso a la tierra, entre otros
El incremento de la desigualdad dificulta el lograr alcanzar los objetivos por la reducción de la pobreza, esta explosión de desigualdad que implica la concentración de la riqueza en pocas manos, viene aparejado por el surgimiento y consolidación de grupos que se caracterizan por la corrupción y el control del Estado para lograr esos objetivos.
También se crea un incremento de la inequidad al facilitarle a los grupos económicos el control del poder, trasladándole esa inequidad al ámbito político a través del argumento de que “los pobres requieren del desarrollo, pero no así de la democracia”, expresión que enarbolan algunos grupos políticos en la región, que coludidos con los empresarios, algunos vinculados en gobiernos corporativos, tienen ventajas a través de grandes subsidios y exoneraciones y respaldan a gobiernos que desprecian aspectos como la participación ciudadana, transparencia y control ciudadano.
La corrupción de la clase política y los gobiernos son acciones de aliento para el incremento de la desigualdad, de esto no se excluyen a gobiernos emergentes, que se definen como “socialistas”, pero que en la práctica se han caracterizado también por la concentración de la riqueza y el poder, creando nuevos grupos económicos desde su sector político, en detrimento de amplios sectores que son excluidos de las economías nacionales.
Y si pensamos que el desarrollo institucional no se asocia a este mal de la desigualdad, cometemos un grave error, ya que se requiere de instituciones públicas, sólidas y confiables para la ciudadanía, a fin de que asuman el rol que les corresponde.
Por todos estos motivos, los países latinoamericanos deben realizar un esfuerzo por terminar con su larga historia de desigualdad. Sin duda alguna, si no se consideran acciones concretas para luchar para erradicar la desigualdad en el marco de los nuevos objetivos de desarrollo sostenible, no es posible acabar con los esfuerzos globales y locales para erradicar la pobreza.
Desde los ONG’s no podemos esperar que los Objetivos de Desarrollo Sostenible que aprobara la Asamblea General de la ONU en días recién pasados, resolverá estos problemas de desigualdad, es necesario que la Sociedad Civil demande también a los estados que fortalezcan su capacidad redistributiva, lo cual para la mayor parte de los países de la región significa aumentar la carga tributaria (baja) y, en el largo plazo, hacer que los tributos sean más progresivos mejorando la eficacia de la recaudación de los impuestos a la renta personal y a la propiedad, que los ricos paguen impuestos en vez de exigir al Estado y sus gobiernos subsidios y exoneraciones a sus actividades económicas, esta debe ser una consigna orientadora.
Se hace necesario apoyar nuevas causas que complementen la agenda de la ONU, entre otras; que el Estado garantice el suministro de servicios para todas/os, la mayor parte de los servicios solo llegan a los ricos, mucho más antes que los pobres; Una redistribución de la tierra y la seguridad de los derechos de propiedad de los pequeños y medianos propietarios; aumento de los impuestos al capital de forma directa; reducir la desigualdad en el acceso a los activos productivos, particularmente acceso a crédito; Salarios dignos que garanticen al menos la cobertura de los requerimientos para una reproducción de la fuerza laboral con dignidad; Democratizar el acceso a una educación de calidad para toda la población; poner fin a la corrupción y los estados clientelares.
Los ONG debemos luchar a la par de los movimientos sociales para que la Cooperación Internacional financie esta titánica tarea de reducir la desigualdad para reducir la pobreza, igualmente para que se incremente la inversión de los gobiernos en esta agenda complementaria
De no actuar en esta dirección estaremos contribuyendo a que se materialice la frase de Koffi Annan en el informe de OXFAM sobre desigualdad, quien expresó que “la creciente desigualdad entre ricos y pobres se encuentra en un punto de inflexión; o bien se consolida aún más, poniendo en peligro nuestros esfuerzos de reducción de la pobreza o bien llevar a cabo cambios concretos que nos permitan revertirla”.
Irving Larios es Presidente de FONG de Nicaragua.
Publicado por la Mesa de Articulación